Entre las milicias que defendían Veracruz estaban los lanceros. Eran unos 700 jinetes, y estaban uniformados según las exigencias del clima: pieles de venado, fresco, liviano y resistente a los golpes, muy acertado para las inclemencias de la región. Sin embargo, el Inspector de Caballería Francisco Douché, tras una revisión propuso un nuevo vestuario, más a la moda europea que a lo que el clima exigía. En 1769 se les impuso una casaca azul, aunque forrada de lienzo blanco por lo ardiente del clima, eliminando de las ordenanzas las pieles de venado.
Estos hombres protegían las haciendas y fincas. En tiempos de guerra la caballería patrullaba la costa y en tiempos de paz hacían labores de escolta, apresamiento de desertores o de negros huidos. En su mayoría estos soldados eran terratenientes, la élite de la provincia, como la caballería villana de la Castilla Medieval. Igual que la milicia de infantería se organizaban bajo oficiales peninsulares. Eran los milicianos de más prestigio y solera del Virreinato de Nueva España, creados por el Virrey Marqués de Cruillas entre 1760-1766.
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